En los últimos años, el auge de la inteligencia artificial (IA) generativa ha transformado la manera en que interactuamos con la tecnología. Sin embargo, este avance ha traído consigo una creciente preocupación ambiental: el incremento en el consumo de agua necesario para mantener las infraestructuras tecnológicas detrás de estos avances. Empresas como Microsoft, Google y Meta han experimentado un aumento significativo en su uso de agua para enfriar sus centros de datos, lo que plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de estos desarrollos en un contexto global de escasez hídrica.
El papel del agua en la tecnología moderna
El agua es un recurso esencial para el funcionamiento de los centros de datos, que constituyen el núcleo de la mayoría de los servicios tecnológicos actuales. Estos centros albergan granjas de servidores que procesan datos a escala masiva y generan una cantidad considerable de calor. Para evitar el sobrecalentamiento de los equipos, se utiliza agua fría que absorbe el calor y, en el proceso, se evapora o se recicla parcialmente.
El problema radica en que este consumo de agua no se limita al sector tecnológico. El agua también es esencial para la generación de energía, ya sea en centrales térmicas, hidroeléctricas o en el bombeo de petróleo y gas. En consecuencia, la creciente demanda de la IA genera una presión adicional sobre los recursos hídricos ya comprometidos en muchas regiones del mundo.
El impacto del auge de la IA
La competencia entre gigantes tecnológicos por desarrollar herramientas avanzadas de IA generativa, como los modelos de lenguaje GPT de OpenAI, ha exacerbado esta problemática. Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en Riverside, se estima que para 2027 la demanda de agua atribuible a los centros de datos podría alcanzar entre 4.200 y 6.600 millones de metros cúbicos al año, aproximadamente la mitad del consumo hídrico anual del Reino Unido.
Esta cifra alarmante se enmarca en un contexto de crisis hídrica global, marcada por sequías prolongadas y una infraestructura de gestión del agua que envejece rápidamente. En este sentido, los expertos han calificado el momento como crítico para comprender y abordar la “huella hídrica secreta” de los modelos de IA.
El caso de los gigantes tecnológicos
Empresas como Microsoft, Google y Meta han aumentado significativamente su consumo de agua en los últimos años. En 2022, Microsoft reportó un incremento del 34 % en su consumo, Google un 22 %, y Meta un 3 %. Aunque estas empresas han establecido metas ambiciosas, como devolver más agua de la que consumen para 2030 mediante la restauración de humedales o la mejora de infraestructuras de riego, su impacto actual sigue siendo motivo de preocupación.
Un ejemplo ilustrativo es el caso de OpenAI y su modelo GPT-4. Durante su etapa de entrenamiento, los centros de datos ubicados en West Des Moines, Iowa, consumieron el 6 % del agua del distrito. Este nivel de consumo generó críticas de los residentes locales, que expresaron su preocupación por el impacto en los recursos hídricos de la comunidad.
Shaolei Ren, profesor asociado de la Universidad de California en Riverside, ha señalado que realizar entre 10 y 50 consultas al chatbot ChatGPT podría equivaler al consumo de una botella de agua de 500 ml, dependiendo de factores como la ubicación y la época del año. Con modelos más avanzados como GPT-4, el consumo de recursos es aún mayor, aunque OpenAI no ha proporcionado detalles específicos sobre la cantidad de agua utilizada.
La necesidad de transparencia
A pesar de los esfuerzos de las empresas para mejorar la eficiencia de sus operaciones, investigadores y académicos han pedido mayor transparencia en torno al impacto ambiental de los modelos de IA. Esto incluye datos más detallados sobre el consumo de recursos por parte de diferentes servicios informáticos, desde motores de búsqueda hasta herramientas de IA generativa.
Kate Crawford, profesora investigadora de la USC Annenberg, ha destacado la importancia de contar con informes más exhaustivos. “Sin una mayor transparencia, es imposible rastrear los impactos ambientales reales de los modelos de IA”, afirmó. Crawford también advirtió sobre los riesgos de implementar tecnologías de IA sin comprender plenamente sus consecuencias, especialmente en un momento en que el agua potable es un recurso cada vez más escaso.
Esfuerzos hacia una IA sostenible
Reconociendo la magnitud del desafío, empresas como OpenAI y Microsoft han expresado su compromiso de mejorar la eficiencia de sus modelos. OpenAI, por ejemplo, ha destacado el potencial de los grandes modelos de lenguaje para acelerar la colaboración científica y encontrar soluciones a problemas climáticos. Microsoft, por su parte, ha señalado que el uso de electricidad por parte de la IA representa actualmente solo una fracción del 1 % del suministro global de electricidad. Sin embargo, cómo evolucionará este consumo en el futuro dependerá de una serie de factores, incluido el desarrollo de tecnologías más sostenibles.
Una de las posibles soluciones radica en la optimización de los procesos de enfriamiento en los centros de datos. Tecnologías como los sistemas de enfriamiento por inmersión en líquidos y el uso de fuentes de energía renovable podrían reducir significativamente la huella ambiental de estos centros. Además, la colaboración entre gobiernos, académicos y la industria tecnológica será clave para establecer estándares y regulaciones que promuevan un uso más responsable de los recursos.
El dilema ético de la IA y el medio ambiente
El desarrollo de la IA plantea un dilema ético fundamental: ¿cómo equilibrar los beneficios de estas tecnologías con su impacto ambiental? Por un lado, la IA tiene el potencial de transformar sectores como la salud, la educación y la investigación científica. Por otro, su crecimiento exponencial puede exacerbar problemas ambientales como la escasez hídrica y el cambio climático.
En este contexto, es esencial que las empresas tecnológicas asuman la responsabilidad de mitigar su impacto ambiental. Esto incluye no solo reducir el consumo de agua y energía, sino también promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas.
El auge de la IA generativa representa un hito en la evolución tecnológica, pero también plantea desafíos significativos en términos de sostenibilidad. A medida que las empresas tecnológicas continúan expandiendo sus operaciones, es fundamental que adopten medidas proactivas para minimizar su impacto ambiental.
El futuro de la IA no solo dependerá de su capacidad para resolver problemas complejos, sino también de su capacidad para coexistir de manera sostenible con los recursos limitados de nuestro planeta. En última instancia, el desarrollo de una IA responsable y respetuosa con el medio ambiente será crucial para garantizar que sus beneficios no se logren a expensas de las generaciones futuras.